El esplendor de la verdad brilla en todas las obras del Creador y, de modo particular, en el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios (cf Gen 1.26), pues la verdad ilumina la inteligencia y modela la libertad del hombre, que de esta manera es ayudado a conocer y amar al Señor. Por esto el salmista exclama: Alza sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor (Sal 4.7).
Llamados a la salvación mediante la fe en Jesucristo, luz verdadera que ilumina a todo hombre (Jn 1.9), los hombres llegan a ser luz en el Señor e hijos de la luz (Ef 5.8), y se santifican obedeciendo a la verdad (1Pe 1.22). |
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