Pues de este amor habla la presente Escritura, en el que el alma beata arde y se inflama hacia el Verbo de Dios, y canta, por el Espíritu, este canto nupcial con el que la Iglesia se une y asocia al esposo celestial, Cristo, deseando mezclarse con él por el Verbo, para que conciba de él, y salvarse por esta casta generación de hijos, cuando permanezcan en fe y en santidad con sobriedad (1Ti 2.15), como concebidos ciertamente del semen del Verbo de Dios (concepti ex semine quidem Verbi Dei), verdaderamente engendrados y dados a luz, ya por la Iglesia inmaculada, ya por el alma que nada corpóreo ni material busca, sino que solo se enciende por el amor del Verbo de Dios. |
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