Nótese en estos textos que los esposos no son los autores primarios de la vida, sino simples colaboradores de Dios, el Falo cósmico, que es el auténtico creador de la vida, y la pro/creación de la vida es solo un don que éste concede, y los esposos meros usufructuarios de este don, no árbitros de las fuentes de la vida humana. En el Antiguo Testamento las mujeres de los ficticios patriarcas eran estériles e imploraban tener hijos al Falo divino, que no solo podía otorgar y acrecer este don, sino también retirarlo y volver estériles la tierra y las mujeres: Yo que abro el útero, ¿no haré parir?, dice Yavé. Yo que hago parir, ¿voy a cerrarlo?, dice tu Dios (Is 66.9), y Dios sanó a Abimelec y a su mujer, y a sus concubinas, y parieron, porque Jehová había cerrado todo coño (vulvam) de la casa de Abimelec (Gén 20.17.18). Y por eso, cuando tiene a bien cerrar el útero, lo hace para poder abrirlo de nuevo de una manera más admirable, y conozcamos que el nacer no viene de la libido, sino por obra divina. Efectivamente: Sara, la madre primera de vuestro linaje, ¿no fue estéril hasta los ochenta años? Y, no obstante, dio a luz en extrema ancianidad a Isaac, a quien aguardaba la bendición de todas las generaciones. También Raquel, a pesar de ser tan grata a Dios y tan querida del santo Jacob, fue estéril durante largo tiempo. Sin que esto fuera obstáculo para que engendrara después a José, que fue no solo el Señor de Egipto, sino también el libertador de muchos pueblos que iban a perecer a causa del hambre. Y ¿quién hubo entre los jueces más fuertes que Sansón o más santo que Samuel? Sin embargo, ambos tuvieron madres estériles (Libro sobre la natividad de María, 3.2). También el Falocristo tiene la misma capacidad milagrosa de retirar el don de la vida: nunca jamás nazca de ti fruto (Mt 21.19; Mc 11.14). |
No hay comentarios:
Publicar un comentario