jueves, 24 de febrero de 2011

San Ireneo, Adversus haereses, IV, 31

En cuanto a los (delitos) que las Escrituras no reprenden, sino que simplemente están puestos, nosotros no debemos hacernos acusadores (porque no somos más que Dios, ni sobre el maestro podemos estar), sino buscar el tipo (figura, símbolo). Porque nada es ocioso de ellos, cualesquiera de los que sin acusación están puestos en las Escrituras. Y del mismo modo Lot, que sacó de Sodoma a sus hijas, que concibieron de su padre, y que en los contornos dejó atrás a su mujer, estatua de sal hasta el día de hoy. Porque Lot no por su voluntad, ni por su concupiscencia carnal, ni percibiendo de este modo con el sentido ni con el pensamiento, consumó el tipo. Del mismo modo dice la Escritura:
«Y entró la de mayor edad, y durmió con su padre aquella noche: y no supo Lot cuándo se acostó ella, ni cuándo se levantó», (Gén 19.33) y en la menor esto mismo: «Y no supo, dice, ni cuándo se acostó ni cuándo se levantó».
(Gén 19.35)

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