Hubo libros donde los misterios de los hechiceros estaban escritos. Yo he visto uno en la cabecera del cual se había dibujado muy mal un cabrón, y una mujer arrodillada detrás de él. Se llamaba a estos libros Grimorios en Francia y en otras partes el Alfabeto del diablo. El que yo vi no contenía más que cuatro folios en caracteres casi indescifrables, tales más o menos como los del Almanaque del pastor.
La razón y una mejor educación habrían bastado para extirpar en Europa tal extravagancia; pero en lugar de razón se emplearon los suplicios. Si los presuntos hechiceros tuvieron su grimorio, los jueces tuvieron su código de los hechiceros. El jesuita Del Rio, doctor de Lovaina, hizo imprimir sus Disquisiciones mágicas en el año 1599: asegura que todos los herejes son magos, y recomienda con frecuencia que se les dé tormento. No duda que el diablo se transforma en cabrón y concede sus favores a todas las mujeres que se le presentan. Cita varios jurisconsultos llamados demonógrafos, que pretenden que Lutero nació de un cabrón y de una mujer. Asegura que en el año 1595, una mujer parió en Bruselas un niño que el diablo le había hecho, disfrazado de cabrón, y que fue castigada; pero no dice con qué suplicio. |
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